Apreciad@,
«Jose, recuerda esto siempre. Bastantes problemas existen ahí «afuera» como para añadir los propios, los de nuestra mente» allá en un retiro en USA en 2004 uno de mis mentores, Víctor.
Creo que la frase sigue vigente. En muchas ocasiones en vez de tener un ágil instrumento interno, lleno de recursos, capacidad de adaptación y maestría ante el stress o la ansiedad, la mente añade letra a la música y leña al fuego.
Dos de estos lastres son sin duda la pereza y la vergüenza. La solución habitual, siento decirlo, suele ser empoderar al individuo en «creencias», «voluntad», «mentalidad» y cosas parecidas.
Con la pereza el individuo pretende conseguir «ir a caminar 10 kms al día solo» cuando resulta que antes podía ir con un grupo donde además charlaban, compartían y aprendían. El viaje del individuo aislado de nuevo. Cierto para Hollywood, falso para el resto del mundo. Nada que añadir.
O a veces la persona tira de voluntad. Quiere conseguir disciplina, pero resulta que 1. toda capacidad humana tiene base genética, 2. si no lo consiguió en 40 años no es tan probable que esta vez sí, 3. la voluntad es consciente, limitada e influenciable por miles de factores (la mayoría no conscientes). Hollywood de nuevo.
A veces está la vergüenza, una emoción bien compleja. Puede que alguien no nos dejara hablar en su momento, puede que por costumbre confiamos en que los demás adivinan nuestros pensamientos, pero desde luego querer crecer o tener recursos y a la vez no comunicar eso que sentimos, nuestras impresiones o poner nombre a nuestros objetivos concretos, dificulta mucho el proceso. Nos auto-aislamos en medio de la multitud, y esos que están ahí para ayudarte ni siquiera tienen la oportunidad. Preferimos «sufrir en silencio».
Estas tendencias son naturales, humanas y lógicas, pero no por ello nos hacen bien. Es más, en un mundo más virtual y menos presencial, crecen en vez de disminuir. Podemos ser compasivos con aquel que tiene esa dificultad o tendencia pero a su vez es bueno poder explicar y demostrar que tienen los días contados. No se llega a uno mismo con esa mochila, es necesario discernir, soltar y aprender.
Empecé este escrito rememorando un intenso viaje de conocimiento de años por USA y México hace ya más de 20 años en una tradición indígena. Confieso que buscaba técnicas sin tener que mirar mis problemas, reflexionar sobre la existencia y por supuesto nada de compartir objetivos. Además quería hacerlo solo, yo mismo y a través del «esfuerzo».
Todos esos delirios se fueron curando. Tuve la suerte de aprender a acotar eso que nos aqueja, a compartirlo incluso con aparentes «desconocidos», y a ver que eso de lo que me avergonzaba, fuera exponer, narrar o compartir, me liberaba a mí mismo de mi propio juicio, mucho más letal del que supuestamente me iban a ejercer.
La voluntad también fue curada, pues hubo que aprender que la mayoría de cosas se hacen por hábitos, rutinas, costumbres no conscientes y que por lo tanto (y por fin) no había que super disciplinarse ni mega motivarse ni hiper visualizarse ni macro mentalizarse. De hecho esa eran actividades del pensamiento, tan diferentes a los haceres (neurociencia de vanguardia fíjate, en aquellos tiempos).
La pereza no tenía sentido, era muy claro: uno no resiste lo más grande, que es precisamente este instante.
Simplemente hacíamos y hacíamos, ejercicios salvajes, retos poco mundanos y al hacer y hacer, aprendimos, corregimos y nos llenamos de recursos. Sé que se puede hacer sin tanto riesgo como el que yo corría. Pero consta de haceres no de creencias, voluntades, perezas, disciplinas ni por supuesto, vergüenzas. Todo eso se disipa por sí mismo, insisto, por sí mismo, cuando se van haciendo pequeñitos pasos.
De esto hablo aquí durante 20 minutos.
Te lo comento porque me duele ver a gente soñando con voluntad, disciplina, viajes del héroe y mentalidad. Y si me han escuchado antes explicarlo (evidence based que conste) me duele más. Y como duele, solo me queda insistir y alertar una y otra vez.
Hagas lo que hagas al menos escucha esto sobre creencias, pensamientos y hábitos.
De esto hablo aquí durante 20 minutos.
Abrazos,