Te ofrezco cuatro ejemplos actuales de diversa índole sobre cómo nos –manipulan  manipulamos, muchas veces sin darnos cuenta.

1. Resulta que en un reciente y famoso estudio de este mes se demuestra que los cannabinoides de la marihuana impiden la entrada del coronavirus a las células…

¿Para qué discernir verdad?

La cuestión es que el estudio es con células IN VITRO, no en personas, y que  los cannabinoides no son el THC que es la parte psicoactiva de la planta. Da igual, porque cada uno saca la lectura que le place y para algunos es: «nos tenían que dar marihuana y no vacunas».

2. Resulta que si echas zumo de naranja a una prueba de antígenos salen las famosas rayitas C y T. Me dicen ayer: «¡Qué vergüenza!»

¿Para qué discernir verdad?

En una cromatografía, que es lo que es el test de antígenos, si echas zumo de naranja cambias el pH de la muestra y ya no sirve. Vamos como si echas agua al coche y te quejas de que no funciona. Pero esto no es porque porque la proteína que enlaza con el virus no exista o sea una mala prueba. Da igual, cada uno saca la lectura que quiere tipo «vaya KK de pruebas que dan positivo con zumos».

Podría seguir con «falsos positivos / negativos», con «virus creados en laboratorio» y «experimentos sociales» (aquí se ve el daño que hacen las películas de Hollywood en las personas), pero cambio de tema.

3. La empatía y las emociones parecen la solución a todos los males.
Incluso a veces creemos que sería la solución en el mundo laboral… ¡empatía!, ¡empatía! ¡emociones! ¡emociones! ¡YES!

El caso es que cuando alguien al sentir empatía sube sus pulsaciones cardiacas, los estudios, demuestran, una y otra vez, que disminuye su prosocialidad. O sea que ayuda menos, no más.

Y los que investigamos las emociones en el cerebro, divulgamos, casi gritando ya, que no están separadas de la razón. También demostramos que no se interpretan en el rostro así como así o que buscar emociones en los demás no es precisamente una estrategia muy útil para conocer al otro.

pero… ¿para qué discernir?

4. La oxitocina es una hormona muy buena, muy buena, casi tanto como una princesa azul de los cuentos y el cortisol, es como un señor muy malo, muy malo, como el monstruo que secuestra a niños en un castillo del mismo cuento. Y si abrazas a alguien 8 segundos, ¡boom! tu oxitocina sube a las nubes y la princesa encuentra al príncipe.

¿Para qué discernir? Si lo he visto en youtube…

Bueno la oxitocina es también la que en famosos estudios de toma de decisión, aumenta los sesgos raciales y de exclusión sobre aquellos que consideras «diferentes». Vamos que con oxitocina tiras al tranvía al «extranjero» con más facilidad que sin ella. Tiene además la capacidad de aniquilar a alguien que se acerca en una chimpancé hembra. Lo de los 8 segundos, hombre ¿habrá que tener en cuenta la calidad del abrazo no?

Cuando bajamos a las hormonas para sobresimplificar el pensamiento pasa lo que pasa…, pero bueno volviendo al tema de la semana anterior, «pues a mí me gusta» como dice el chiste.

5. «No quiero, sí quiero meditar». Me lo dicen cada semana y sin preguntar por ello :).

«Porque a mí me meditar me va a relajar» vs «no quiero porque quería mejorar mi vida pero sin meditar».

¿Para qué discernir verdad?

Resulta que has asociado a «meditar» con cerrar los ojos, o con relajar o con «X». ¿Puedes mejorar tu vida porque «meditas» y ya? La respuesta es NO.

¿Puedes mejorar tu vida sin un control consciente de determinados procesos? La respuesta es NO.

Para ejercer ese control consciente, puedes o no cerrar los ojos, puedes hacerlo sentado o no, puedes atender o no a la respiración, eso es secundario. Pero si no sabes que lo que estás haciendo es regular tu fisiología empezando por lo básico, ¿qué vas a regular en tu vida?

¿Los pensamientos alocados?
¿Las reacciones desmesuradas?
¿Las emociones montaña rusa?

¿Puedes sentir felicidad sin haber construido el hábito de la misma? ¿Acaso no necesitas hacerlo consciente para que un hábito aparezca?

Como ves en estos 5 ejemplos, en cada aspecto de nuestra existencia podemos o no intentar discernir, callarnos, escuchar, aprender, copiar – pegar, hablar y hablar, creernos poseedores de información privilegiada y única, darnos la razón…

¿Para qué discernir? Cada uno que se conteste a sí mismo.

Yo tuve un maestro, de los de verdad, de los que vivías en su casa para que te enseñara, que me obligaba sí o sí a discernir. De hecho las consecuencias de no hacerlo eran peligrosas en su entorno (te ahorro detalles) porque era válido solo aquello que podías demostrar en una aplicación real. Desde aquella inmersión a fondo en su claridad, nada es igual.

Y como científico hay una parte noble de esta actividad y es que la opinión, por famoso que sea quien la diga, no sirve.

Da igual que sea charla TED, Saturday night Live, El Hormiguero o mega evento cósmico de super expertos. Todo eso es chulo, fantástico y necesario pero también es secundario en el sentido de que las opiniones por sí mismas no tienen validez.

Lo que tiene validez en ciencia es demostrar algo en una investigación y que sea replicado por otros después. Por eso hay revistas de primera, Q1, y revistas científicas de menor calidad, porque su verdad es por así decirlo, aún débil. Esta táctica es una forma cognitiva de discernimiento, nada despreciable. La ciencia no es la verdad, pero trata de aproximarse a ella con rigor que no es poco.

En las tradiciones también se habla mucho de esto. De hecho la luz clara no es una metáfora relativa a un objeto que brilla, ni a mirar a una vela, ni a decirse así mismo «yo soy la luz, yo soy la luz» sino a la cualidad de la mente que reconoce 1. si sabe que sabe y 2. si sabe que no sabe.

Incluso con luz clara llegas a saber 3. que muchas cosas no se pueden llegar a saber.

1, 2 y 3 son brutales.

pero… ¿para qué discernir?

Abrazos,
Dr. Jose Sánchez